Los gases nobles son una familia muy especial: apenas se relacionan con otros elementos de la tabla periódica para formar compuestos. Pero, como toda familia, también tienen su oveja negra. El radón es el único de los gases nobles que es radiactivo. Emana de las rocas y los suelos y se concentra en espacios cerrados y, una vez inhalado, produce daños irreversibles en los tejidos biológicos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el radón supone, después del tabaco, el segundo factor desencadenante de cáncer de pulmón.
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